“Hay un campo enorme y vacío que tenemos que ocupar los desocupados”, dice, entusiasmado y con una enorme sonrisa. Conoce en primera persona la necesidad: de adolescente, y con las manos vacías, llegó solo a Buenos Aires y cayó en la calle. Vivió durante décadas bajo el puente de la intersección de avenidas Juan B Justo y Córdoba. Allí creció, allí conoció el amor y allí crió a sus cinco hijos. Un día hizo un clic y decidió cambiar su suerte y la de su descendencia; aprovechó lo único que sabía hacer y lo potenció. Sin querer queriendo, pasó de comer de la basura, a usar la basura para comer. Dejó de ser cartonero para convertirse en la cabeza de una cooperativa que recupera residuos, y que emplea y da sustento a decenas de familias. Ricardo “Coco” Niz recicla recursos, pero empezó reciclando su propia vida. Y cree que en los residuos hay un mundo de oportunidades para aprovechar.
Asociarse, trabajar en equipo y sacar gente de la calle. Dar trabajo y ayudar a que otros tengan oportunidades de progresar. De eso es lo que habla; Coco no cree en el asistencialismo, sino en la concreción de proyectos autosustentables. Creó hace décadas la cooperativa “El Correcaminos” que -dice- es un ejemplo claro de que se puede vivir de los residuos. “Y a eso vengo a Tucumán, con la firme convicción de invitar a la masa empresarial, política y social de la provincia, a asumir un compromiso que solucione dos problemáticas que tenemos: la pobreza y la contaminación. Yo sueño con que en todo el mundo haya otros Correcaminos”, resume.
Coco vino al “Jardín de la República” para llevar su caso de éxito al foro “Tucumán Responsable: cambiando hábitos, transformando ciudades”. El evento, organizado por Meta Tucumán, tiene por objetivo debatir sobre la situación de los residuos sólidos urbanos en la provincia, y plantear soluciones a esta problemática. Antes de disertar sobre su experiencia, Coco dialogó con LA GACETA, recordó sus comienzos y contó si es posible vivir de “la basura”.
- Te trae a Tucumán un caso de éxito, pero también pasaste momentos difíciles. Te volviste cartonero porque vivías en la calle. ¿Cómo llegás a esa realidad?
- Soy huérfano de padre y de madre, y me crié en un colegio de curas, en Entre Ríos. Cansado de que me maten a palos en la época militar, me escapé; debo haber tenido 12 años. Lo hice pensando que podía encontrar otro escenario para vivir con más tranquilidad... Me metí en un tren y aparecí en Chacarita. La calle fue mi universidad: tuve que aprender a vivir en la calle, y tenía muchas invitaciones pecaminosas para provocar delitos, cosa que nunca hice porque siempre tenía un plan B. Ese plan que encontré para erradicar todos los males que tenía sobre mis espaldas, fue la cooperativa.
- ¿Cuándo te diste cuenta de que tenías que cambiar tu realidad?
- En la vida no podés evitar enamorarte. Y ahí uno empieza a construir la empresa más grande del ser humano, que es la familia. Hace algunas décadas no había tanta educación sexual como hay hoy, y empecé a traer hijos al mundo, bajo un puente. Loco, ¿te parece? ¡Una irresponsabilidad total! Generando y heredando mendicidad, sin ninguna posibilidad de superación. Así que viendo a mis cachorritos me asusté. Yo viví 20 años metido debajo de un puente; ya tenía cáscaras en la piel. Tenía vergüenza de todo; no podía asistir a ningún lado porque yo era un perro mojado, con mis harapos... era rechazado. Un día me hice una autocrítica, e hice el clic de mi vida. De repente, se acercó una monjita que iba a leernos la Biblia abajo del puente, y me invitó a ir a la escuela. Yo me resistía, pero me compró con la panza. Me dijo “si yo te traigo la vianda para vos y para tus cinco hijos, ¿irías a la escuela? Y claro... encontré la comodidad; empecé a ir y fue lo mejor que me pasó en la vida. Reciclé mi vida.
- Y creaste la cooperativa...
Aprendí a leer, a escribir y a hacer números. Cartoneaba de día, y de noche estudiaba. Como había aprendido a leer, un día encontré una revista que hablaba de las cooperativas, y la leí. ¿Cuántas veces se habrá pasado por mi vista? No sé. Así fue que decidí armar una cooperativa. Para poder, primero, tener un trabajo para siempre... algo que yo pudiera y supiera hacer.
- Se llama “Correcaminos”. ¿Cómo se explica lo que hacen?
- Correcaminos recicla personas. Yo me reciclé a mí mismo, y a partir de mí empecé una cruzada solidaria, espiritual, acompañado por la Virgencita de Schoenstatt [...] Mucha gente me pregunta qué significa Correcaminos, y todos lo asocian con el dibujito, pero nace de la idea de explicar el camino que recorre un individuo para ponerse de pie y ser potable, ser amigable y reconstruirse. Correcaminos es una cooperativa dentro del marco de la ley, independiente y no politizada, que se subió al negocio del reciclado, haciendo lo mismo que hacíamos cuando arrastramos el carrito. Esta actividad no solo genera puestos estables, sino que saca gente de la vía pública; e invita a ser parte de un negocio fabuloso que lo hacen algunos pocos en toda Argentina. Hoy le damos trabajo a 30 familias que viven de la actividad. Llevamos ya 20 años como una cooperativa con papeles, y casi otros 20 trabajando.
- Y en la cooperativa le das lugar a personas que no tienen oportunidad de cambiar su realidad.
- Cuando vos vas a buscar los corderos descarriados que busca el Señor, ves que hay banda. Nadie se va a reciclar a sí mismo si no tiene un escenario oportuno para hacerlo. Reciclar personas es eso; significa invitar a una persona a salir de la droga, del alcohol. Yo, cuando no tenía para comer debajo del puente, no salía a robar. Tenía cinco chiquitos y andaba en un changuito caminando por la calle. Me ofrecía a trabajar a cambio de comida; en vez de salir a robar, salía a asociarme con la comunidad. Esa es la idea; no tenemos que salir a depredar a la sociedad porque tiene, sino asociarnos. Hagamos una alianza social entre el que no tiene y el que más tiene. Pero una alianza pacífica, ni siquiera política.
- ¿Se puede replicar algo así en lugares como Tucumán?
- Por supuesto. Tenemos que poner manos a la obra. Siempre y cuando se recicle la vida, pero trabajando, no asistiendo. No es imposible vivir de los residuos, y nosotros somos la prueba viviente, pero claro, tenemos que trabajar. ¿Sabés cuántas horas trabaja la cooperativa en Buenos Aires? Seis horas por día para vender entre 35 y 40 toneladas por semana. Lo que hace falta es voluntad política; por eso voy a invitar a las autoridades de la provincia a sumarse a esta cruzada solidaria, productiva y ecológica. Pero con transparencia: queremos ser la Cenicienta, transparente. Que el prestigio sea nuestro mayor valor para que la comunidad nos pueda adoptar como hijos pródigos del reciclaje humano y ecológico en la Argentina.
- ¿Hoy el reciclaje es negocio?
- Este es un trabajo que está supermenospreciado y realmente es importante, y sí, es un negocio; nosotros ya no estamos cartoneando, sino que vendemos a empresas importantes y multinacionales. Lo podemos hacer todos... hay un campo enorme, vacío, que tenemos que ocupar los desocupados. Es una voluntad política que este tipo de proyectos empiecen a funcionar en Tucumán y en todo el país. La llave la tiene la política partidaria de turno que administra provincias, ciudades, intendencias y países.
Tucumán responsable
- El evento empezará con la charla “¿Qué nos hace sustentables?”, a cargo de Graciela Tonello, a las 9.10.
- Desde las 9.30, los directores de Ambiente de tres municipios debatirán sobre “Políticas Públicas vs. Malos Hábitos”.
- “Coco” Niz y otros oradores participarán de una mesa panel sobre “Buenas prácticas medioambientales”, a las 10.
Todo el evento podrá seguirse en vivo por el canal de Youtube de Meta Tucumán.